domingo, 15 de marzo de 2009

Haciendo otra maleta, no la mía.


Me levanté con esa sensación de que ya era hora de terminar lo que hace mucho tiempo que terminó, por lo que le mandé este mensaje:


Yo: ¡Hola! Todavía tengo mucha ropa tuya aquí. ¿Qué quieres que haga con ella? ¿Quieres que te la envíe?

Él: ¡Hola, N! Si es un problema para ti, entonces no me la mandes. Gracias por preguntarme, lo aprecio mucho.


Siempre me deja tres opciones:


A.- Tirarla a la basura (Ésta es la que más desahoga, pero sería un momento efímero)

B.- Enviársela (No, ésta no, que me saldría unos 300 euros y no se ha ofrecido a pagar el transporte. Descartada)

C.- Empaquetarla y regalarla.


La opción C no tiene ningún "pero". Lo tengo claro.