domingo, 7 de febrero de 2010

A todas las personas que quiero.



Para ti, estés donde estés:


Dejar libre no significa que deje de ocuparme, quiere decir que no puedo hacerlo por otro.

Dejar libre no es desentenderme, sino darme cuenta de que yo no controlo a otro.

Dejar libre no es capacitar, sino permitir que otro aprenda con las consecuencias naturales.

Dejar libre es admitir la impotencia que significa, que el resultado no esté en mis manos.

Dejar libre es no tratar de cambiar o culpar a otro, pues sólo puedo cambiarme a mí misma.

Dejar libre es no juzgar, sino permitir que otro sea un ser humano.

Dejar libre es no estar en el medio arreglando todo los resultados, sino permitir que los otros influyan en sus propios resultados.

Dejar libre es no ser protector, es permitir que otro enfrente la realidad.

Dejar libre no es negar, sino aceptar.

Dejar libre es no sermonear, reprender o discutir, sino buscar mis propias faltas y corregirlas.

Dejar libre es no ajustar todo a mis deseos, sino buscar mis propias faltas y corregirlas.

Dejar libre es no criticar y regular a cualquiera, sino tratar de convertirme en lo que sueño que puedo ser.

Dejar libre es no lamentar el pasado sino crecer y vivir por el presente.


Dejar libre es temer menos y amar más.


PD: Cuando escribí este artículo lo había finalizado aquí. Sin embargo, me di cuenta, a través de las palabras de un viejo amigo, que no había transmitido lo que realmente quería.

Usé la expresión "dejar libre", pero yo no me siento dueña de nada ni de nadie, como si pudiera abrir la jaula de un pájaro en cautiverio.
Creo, profundamente, que todos tenemos la libertad de elegir constantemente, aunque justifiquemos con un "no puedo" la mayor parte de nuestros miedos, incluso el de enfrentar la elección libremente.
Yo quería "dejar libre" o hacer sentir libre a las personas que quiero. Libres de estar conmigo o no, libres de llamarme o verme o no.
No me acompañan las palabras a mí hoy, pero aún así necesitaba escribir esto, más acertado o no...

miércoles, 13 de enero de 2010

Cambios, antes y ahora.


A veces las cosas cambian. Mejor dicho, las cosas siempre cambian. Unas veces cambian de forma gradual y casi no nos damos cuenta, y otras rápidamente y puede llegar a ser un cambio catastrófico.... Una vez producido el cambio, las cosas ya nunca más vuelven a ser como antes.

Los cambios son necesarios y si no nos adaptamos tendremos problemas. Por lo que en este momento de mi vida necesito una adaptación radical a los cambios que se han producido.

Las relaciones cambian, las prioridades cambian, las consecuencias cambian, las circunstancias cambian, los puntos de vista cambian...

Pensando en cómo han cambiado las cosas en el último año de mi vida, me doy cuenta de que se repite una frase: ¡Eso era antes, esto es ahora! Esta frase es como cuando un vendedor te está ofreciendo algo. En algunas ocasiones se puede aprovechar de la demanda y subir los precios, y en otras, pues es todo lo contrario. Pero el resultado es el mismo: ¡Eso era antes, esto es ahora!