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Cuando el amor se acaba, se marchita, se te vuelve amarillo... no hay remedio... sólo te queda la sonrisa.
Cuando te sientes sola entre sus brazos y tu piel es frontera y no te brota el llanto... sólo te queda la sonrisa.
Cuando el canto se oxida y el paisaje, y todo lo vivido es un espectro, tu único refugio... es la sonrisa.
La sonrisa es como un muro cerrado, impenetrable, sin ayeres, sin hoy, y sin mañanas, donde todos los sueños tristes se estrellan y resucitan... amigables.
Pequeña aclaración: Dos amigos que han leído esto, han entendido que me refería a una sonrisa falsa, a una mueca de dolor.
No es así, todo lo contrario. Siento no haberlo explicado mejor, pero me refería a que siempre en la sonrisa encuentro el refugio añorado cuando las cosas no van lo bien que quisiera. Me aisla y al mismo tiempo me hace revivir, me hace ver que siempre queda más por disfrutar y sobre todo con la mejor de las sonrisas... saboreándolo. Cuando sonrío lo hago siempre de corazón, y es ese momento mágico en el que lo malo no puede traspasar el muro.