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Piel pálida. La circulación escondida, asustada por la realidad, ha huido a refugiarse en quizás, las capas más internas de mi piel. No quiere estar en contacto con lo que ocurre. La sensación de lo que le sucede a la mente y al cuerpo es difícil de soportar, de sobrellevar, de resistir, de superar. El pozo anímico ha sido construido poco a poco, casi imperceptiblemente, bajando, bajando... Silencio. Oscuridad. Agobio. El peso de las piernas y de los brazos inmóviles evidencia la impotencia del malestar psíquico que se ha apropiado de los miembros de avance. Lo emocional también pesa tanto como un yunque de hierro oxidado por el tiempo, sin haber podido oxigenar mis pensamientos, mis sentimientos, mi sangre, sabia vital de nuestras vidas, de nuestras ideas...
Las ganas de salir han partido junto con las ganas de oír, de escuchar, de tocar y de ser tocada. El verbo disfrutar ha sido borrado, no existe, no está, no lo recuerdo, no se dónde lo puedo encontrar. Hace tanto tiempo...
Y yo lo que necesitaba era un abrazo amigo...