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Una vez que quise autoengañarme empecé a creerme que soplaban aires de libertad cercanos.
Fue tanto mi autoengaño, como instinto de supervivencia, que esa mentira comenzó a ser real. No llegaba la libertad deseada, pero sí que me parecía que el aire la traería desde el horizonte, que cada vez me parecía más cercano. Y mi mente creó en aquel momento un espacio tranquilo donde refugiarme de la cruda realidad que me azotaba.
Me gusta ser clara conmigo misma, no engañarme, enfrentarme a la realidad en cada momento, pero ahora estoy cansada y creo que empiezan a soplar esos aires que necesito... ¿Lo creo? Sí, y si lo creo es verdad.
No me gusta la esperanza como método de supervivencia, pero sí me gustan las ilusiones.
Fue tanto mi autoengaño, como instinto de supervivencia, que esa mentira comenzó a ser real. No llegaba la libertad deseada, pero sí que me parecía que el aire la traería desde el horizonte, que cada vez me parecía más cercano. Y mi mente creó en aquel momento un espacio tranquilo donde refugiarme de la cruda realidad que me azotaba.
Me gusta ser clara conmigo misma, no engañarme, enfrentarme a la realidad en cada momento, pero ahora estoy cansada y creo que empiezan a soplar esos aires que necesito... ¿Lo creo? Sí, y si lo creo es verdad.
No me gusta la esperanza como método de supervivencia, pero sí me gustan las ilusiones.
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